CLAUDIA
Una cosa más de la lista.
Si ahora mismo preguntaras a mi madre por los recuerdos que tiene de cuando yo era pequeña, te sacaría varias carpetas y montones de hojas con dibujos míos de todo tipo. Si quiesiera podría hacer un timeline con todas mis creaciones y ver la evolución, ver como de año en año mejoraba la calidad de los trazos, la mezcla de colores, el realismo... un recorrido por los diferentes estilos, profesores e ideas que he tenido a lo largo del tiempo. Pero eso nunca me había parecido suficiente. Sentía que dibujar un bodegón o una manzana no me ayudaban a expresar lo que yo sentía... y esto era así hasta que llegué a Canadá.
Me apuntaron en la clase de Visual Arts y ahí fue cuando comenzó mi nuevo aprendizaje como artista. Con un profesor, que hacía más de guía y compañero que de instructor, sentía que mi técnica y calidad mejoraban a una velocidad de vértigo. No solo era la estética de lo que dibujaba sino lo que me hacía sentir y lo que transmitía. Me reenamoré de pasar horas y horas con las manos manchadas de mina o haciendo un sketch detrás de otro hasta que sintiera que estaba perfecto; mi definición de "lo perfecto". Durante el semestre trabajamos con retratos, perspectivas, realismos, impresionismos... y encontré en todos ellos una inspiración para mi estilo.
Y después de horas y horas trabajando en distintos proyectos, he creado varias obras de las cuales me siento tan orgullosa de sus virtudes como defectos. Para mi sorpresa, mi profesor vió algo especial en ellas y decidió llevar la primera que hice a una galería de arte con las mejores piezas de cada instituto de la zona. La experiencia fue increíble, es lo único que puedo decir. Desde ese día he dibujado tanto como se me ha permitido, y así lo seguiré haciendo, hasta que se me cansen las manos.