CARMEN

Otoño en Carolina

Y así, sin más, las hojas de los árboles han empezado a cambiar. El tiempo ha comenzado a ser más frío y las horas de luz son cada vez más escasas. Apetece quedarse en casa y, a la vez, salir a dar un paseo. El otoño es una estación que me produce sentimientos encontrados. Siempre que llega comienzo a sentir nostalgia. Nostalgia de aquellos días en los que el sol brillaba las 24 horas, no teníamos apenas cosas de las que preocuparnos y en las que nuestro pelo estaba constantemente mojado. Las idas y venidas en bici, las largas noches bajo la cálida luz de la luna, y de la vida sin horario. Empiezo a sentir nostalgia del verano. Pero, a la vez, todo esto me produce mucha felicidad. Felicidad y esperanza.

Una nueva estación comienza, y eso significa que la vida sigue. Empieza la temporada de mantas, abrigos y chocolates calientes, de mejillas rojas y de con suerte, nieve. Ya estamos casi en noviembre y no puedo creer que haya llegado tan lejos. Yo. Llevo casi tres meses en este país, al que ahora, empiezo a coger cariño. Ahora es cuando empiezo a recordar por qué elegí vivir esta experiencia, por qué elegí estar separada de los míos durante tanto tiempo. Ha hecho falta que llegara esta estación que tan poco me gusta en España, para darme cuenta de que me gusta el otoño americano, y que me gusta América. Ha hecho falta que las hojas comenzaran a caerse para que me diera cuenta de que estoy bien aquí, de que soy feliz y de que soy una de las personas más afortunadas del mundo. Han hecho falta dos meses y medio para darme cuenta de que el tiempo vuela, y que Halloween está aquí, y que en medio segundo Acción de Gracias ya habrá pasado y estará todo el mundo expectante por las navidades. Bueno, puede que todo el mundo, porque yo sé de una a la que le encanta esa estación, pero este año tiene miedo de que lleguen y volverse a sentir como al principio. Tiene miedo de que lleguen los días más felices del año y no sentirse en casa. Tiene miedo pero a la vez está emocionada.

En definitiva, han hecho falta dos meses para que me diera cuenta de que el tiempo, de verdad, vuela. De que esta experiencia es única y que cada primera vez es la última.

A veces las cosas llevan su tiempo, y a mí aún me quedan cosas, muchas, que "arreglar" conmigo misma, pero todo llegará. Todo llegará y no sé si quiero que llegue. No sé si quiero que el tiempo pase para disfrutar de todo lo que está por venir, o que se pare para poder saborearlo todo mejor.

Este año, no sé si quiero que el tiempo siga pasando o que se pare. Mi primer otoño fuera de casa. Y no lo había pensado hasta ahora. Llevo 16 años viendo las hojas caer en el mismo sitio, viendo sus colores cambiar, en el mismo sitio. Yo creo que era hora de cambiar de escenario. ¿Vosotros no?


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