Nuevas perspectivas

Despedidas. Dos días de viaje. Primera vez en un avión, las turbulencias son como una montaña rusa. Más despedidas. Llegar sin haber dormido en más de veinticuatro horas. Conocer al fin a la familia tras meses de e-mails. Ver el mar. Viajar por la isla. Probar cosas nuevas. Adaptarse a los horarios. Hablar con la gente que está lejos. “Do you miss them?” “No, not yet.” Elegir las asignaturas. El día más esperado y temido a la vez: el primer día de instituto. Conocer gente, olvidar sus nombres. Escuchar canciones en bucle. Pasan los días. Sentirse desplazada, sin amigos. Empezar a echar de menos el hecho de tener gente que sabe cómo eres, que te aprecia. Echar de menos a esa gente, increíblemente mucho. Leer sin parar. Encontrar un grupo con el que comer. Más viajes, visitar sitios nuevos. Ver a gente en la misma situación, hablar español después de mucho tiempo. Sentir que al fin tienes algo parecido a amigas, ir a cenar con ellas. Echar de menos a gente, cada día, cada vez que ves cualquier tontería que te recuerda a un momento, a una persona. Viajar fuera de la provincia, ver lugares nuevos. Y, de repente, descubrir que llevas ya un mes.

Este es mi resumen de estas semanas, que cada persona habrá vivido de una manera. Se me han pasado rapidísimo, pero a la vez, siento que llevo mucho tiempo aquí. Empiezo a considerar este sitio mi hogar. Me sorprendo a mí misma pensando y diciendo cosas como “Vamos a casa” “Lo tengo en mi habitación”. Estoy acostumbrada a estar aquí y al mismo tiempo echo en falta infinitas cosas. Intento no pensar en lo que dejé atrás y centrarme en las cosas buenas de aquí, pero no siempre es posible. Cada día pienso que este sitio es más maravilloso, pero no puedo dejar de compararlo con España.

Ha sido un mes que poco a poco me ha cambiado, aunque no lo noto hasta que no echo la vista atrás, a mi yo de antes de empezar esta aterradora e increíble aventura. No sé qué va a pasar en los otros nueve meses que me esperan, pero pondré toda mi ilusión en cada momento.