MVP for Junior Varsity Water Polo

Imaginad la situación: llegáis por primera vez a un instituto de más de 2.000 estudiantes en el que no conocéis a nadie, y hacer amigos resulta ser más complicado de lo que os han dicho. Os empezáis a preocupar, aunque solo sea un poquito. Es difícil imaginar ese momento en el que las cosas cambiarán a mejor, pero está ahí, os lo prometo. Lo único que os hace falta es una persona que os dé los buenos días, un profesor que os felicite por vuestro esfuerzo, un amigo que os invite a "timbits" o un equipo que os haga sentir como uno más, para daros cuenta de que el que quiere la consigue y de que habéis llegado a Canadá preparados para comeros el mundo.

La temporada de waterpolo marcó ese momento de cambio para mí. Ha sido sin duda una de las mejores experiencias que he vivido durante mi estancia en Canadá, y no me arrepiento ni lo más mínimo de haber madrugado ese sábado de octubre para presentarme a las pruebas de acceso (eso sí, en el momento me parecieron las dos horas más largas de mi vida, y acabé tan agotada que me dormí en el coche de vuelta a casa).

El verano pasado se rompió una tubería en la piscina del instituto, y aún seguían con las obras para arreglarla, así que los entrenamientos se complicaron bastante. A pesar de todo, nos quedamos a un gol de entrar en la fase final. No está mal para un equipo que no puede practicar, ¿no?

Tener la posibilidad de formar parte de este equipo me ha aportado cosas como respeto o responsabilidad, pero sin duda lo que más aprecio es la gente tan maravillosa que he tenido la oportunidad de conocer, y que espero sigan formando parte de mi vida durante muchos años más.

Hace dos días recibí un premio por parte de mi entrenador durante la ceremonia de premios de mi instituto. Me nombró MVP de la temporada ("most valuable player"), y no se me ocurre mejor manera de poner final a esta experiencia. Solo me queda agradecer a todos aquellos que la han vivido conmigo el haberla convertido en algo tan especial. ¡Gracias!