DAVID

Cuestión de números

Hoy 23/01/2019, a las 13 horas y 10 minutos, se han cumplido 365 días del inicio de una gran ilusión. Lo digo porque ese día, a esa hora, supe que era uno de los seleccionados para vivir una experiencia que jamás antes había tenido la oportunidad de conocer: La Fundación Amancio Ortega me brindaba la ocasión de vivir con una familia en Canadá o en Estados Unidos… el destino aún lo desconocía.

3 días después, el azar determinó que Estados Unidos sería el país donde viviría 42 semanas, donde comenzaría los estudios de de Bachiller, donde despediría al año 2018 y recibiría al 2019, donde cumpliría 17 años, donde cientos de experiencias nuevas me esperaban...

 

Hoy, hace 184 días que supe que en Míchigan, el Estado número 26 de los Estados Unidos, había una familia que me acogería durante mi estancia.

Es hoy cuando echo la vista atrás y hago memoria de estos últimos 5 meses: todo lo que hasta hace 160 días se me hacía la cosa más extraña, ahora forma parte de una rutina que no cambiaría por nada del mundo. Parece mentira, pero el tiempo pasa muy rápido.

Quién hubiera pensado, tal día como hoy hace un año, que yo estaría aquí. Los días vuelan, pero a la vez son tantas las experiencias vividas hasta hoy que, mientras estoy escribiendo esto, me he puesto a buscar un adjetivo para describir este tiempo y, sin lugar a dudas, me quedo con “NUEVO”: nueva gente, nueva comida, nuevos deportes, nuevo instituto, nueva rutina, nuevo idioma, nueva forma de vida… Vivir rodeado de cosas y situaciones a las que no estás acostumbrado hace que valores a un país y una cultura muy distintos a los tuyos, ni mejor ni peor: diferentes. Así, aprendes a apreciar todo lo que tienes en casa y a mejorarlo con todo lo que esta experiencia te está enseñando.

La sensación de empezar de 0, sin conocer a nadie (y sin que nadie te conozca) en un ambiente totalmente distinto, es una de las mejores experiencias que he vivido en mucho tiempo. Sin miedo pero sí con inquietud. El tiempo que lleva integrarte es tan efímero que, al poco, la inquietud se desvanece y sientes como si hubieses estado viviendo aquí toda la vida.

Halloween y Thanksgiving son días muy especiales… pero las fechas que más me han marcado y que no quiero dejar pasar son las Navidades americanas. Hasta que no las vives en primera persona, ni te lo imaginas: nieve, mucho frío, casitas de jengibre, Santa Claus, stockings, comida… mucha comida y, junto a todo esto, ¡cómo no! “mis costumbres”: turrón, campanadas, uvas, Olentzero, hacer de Rey Mago por primera vez… Pero también está la otra cara de la moneda: cuando abres la cámara de Skype y ves todas esas caras de las que estás acostumbrado a estar rodeado en estas fechas. ¿Es duro? Sí, muy duro, pero nada más acabar la conexión, sales de tu habitación, bajas las escaleras y esta “tristeza” se desvanece al segundo: vuelves a la magia y al ambiente que solo tu familia de acogida te hace sentir.

Y, sin darte cuenta, ¡han pasado ya 5 meses!. Esta es una experiencia que, en verdad, comenzó el 23 de enero de 2018, gracias a una lista de 500 personas en la que tú apareces y que te cambia la vida. Y hoy, 365 días más tarde, no sabes cómo dar las gracias a toda la gente que lo ha hecho posible.


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