JUAN
4 meses menos 6 días
4 meses menos 6 días. Ese es el tiempo que he estado en Canadá. Se diría que es poco, que en realidad tampoco es tanto tiempo. Y es que no lo es, pero han pasado tantas cosas que lo parece. Parece que llevo años aquí. Los mejores meses/años de mi vida. Y la verdad es que no sé por donde empezar a contarlo. La clase de Drama, que lo empezó todo; mis dos familias de acogida diferentes; todas las excursiones que he hecho...
Supongo que en estos casos se suele empezar por el principio. Y todo empezó con apuntarme a la clase de Drama. Yo nunca he sido del tipo artístico. Siempre me he movido por las ciencias. Pero no recuerdo quien me dijo que debería apuntarme a Drama. A esa hora tenía Diseño Gráfico, que siempre me ha gustado mucho, pero por alguna razón que no entiendo muy bien, me dio por cambiar la clase y meterme en Drama. Me acuerdo del primer día como si fuera ayer. Se presentaron todos, pero no conseguía recordar ningún nombre cinco minutos después. Es gracioso que ahora la mayoría sean mis mejores amigos, y que los conozca tan bien como a mis amigos españoles.
Después de eso, me animaron a presentarme a las audiciones del musical. Yo ni bailo, ni canto, ni actúo. Sin embargo, pensé que no perdía nada por intentarlo. La audición fue difícil, sobre todo la de baile, y creía que lo había hecho fatal. Cuál fue mi sorpresa cuando me cogieron. No me lo podía creer. Yo, que nunca me había metido en ningún tipo de artes, de repente estoy en clase de Drama y salgo elegido entre más de 100 personas para el musical. Estas audiciones le dieron un vuelco total a la experiencia. De no tener nada, y solo relacionarme con otros estudiantes internacionales hispanohablantes a conocer a un montón de gente nueva canadiense y tener las tardes llenas de cosas que hacer.
Un amigo me invitó al coro. Decía que ya que estaba en el musical y cantaba, que me debería unir y que no me iba a arrepentir. Y todavía no me he arrepentido. La audición del coro fue rápida, sencilla, solo yo porque el curso ya había empezado, y al final de ella, sin tener que esperar ni nada, el director me dijo que estaba dentro. Otra cosa más. Otro sitio donde conocer a gente nueva, hacer amigos, divertirme y, sobre todo, aprender miles de cosas nuevas.
Ya tenía la agenda llena, entre coro y musical, llegaba a casa a las 9. Me tuve que desapuntar del gimnasio porque no tenía tiempo. Parecía que ya tenía todo lo que iba a hacer este año. Pero no. Porque siempre hay cosas nuevas si tienes la valentía de intentarlas. Así que me apunté también al equipo de improvisación del colegio. Otra cosa artística que nunca pensé que haría. Y que, hasta ahora, es una de las cosas que con más ganas espero cada semana, esperando a ese martes por la tarde donde puedo ser completamente yo mismo actuando. Suena contradictorio, no lo niego. Pero es la verdad. Porque en ningún otro sitio hay tanta aceptación como en esa hora y media después del colegio. Más amigos, más experiencias, más cosas que aprender... Verdaderamente esta está siendo la mejor experiencia de mi vida.
La única hora de estudio y la última tarde libre que me quedaba eran la del jueves. Era mi "día de descanso". No esperaba meter nada ahí, pero como tantas cosas en la vida, me vinieron de improvisto. Y cuando vi un cartel por los pasillos diciendo que había clases de lenguaje de signos los jueves en estudio, no pude resistirme a apuntarme. Y es otra cosa más, podría decir, pero ha sido algo tan especial que no puedo simplemente echarla en el saco con las demás. En realidad no puedo echar nada al saco, es todo demasiado increíble como para hacerlo. Y es que aprender lenguaje de signos con un chico de mi edad sordomudo y su interprete es algo remarcable. Te das cuenta de lo mucho que tienes, y de lo cerrada que la sociedad puede ser con este tipo de personas. Y es que Wyatt es uno de mis mejores amigos ya en el colegio, y es algo bastante increíble.
Tampoco me pude resistir a apuntarme al club de Dragones y Mazmorras los jueves después del colegio. Me llamaba demasiado. Siempre he sido un friki y esto era algo que llevaba queriendo hacer años. Más amigos, más experiencia, más diversión. Empieza a sonar monótono en texto, pero no lo es cuando lo vives.
Pero todavía no he terminado. No, no, no. Porque incluso teniendo la agenda llena, con las clases normales, el musical, improvisación, el coro, lenguaje de signos y dragones y mazmorras; incluso durmiendo poco y no viendo mucho a mi familia de acogida; incluso con todo esto, cuando hace una semana me invitaron a unirme a la banda del colegio tocando percusión por las mañanas antes del colegio, tampoco me pude resistir. Llevo sólo una semana en ella, pero ya puedo decir que me quedo en ella hasta que se termine el año. El ambiente, la camarería, todos los nuevos amigos (más aún) es algo que me ha gustado demasiado.
Quizás esté haciendo demasiadas cosas. Quizás no esté durmiendo suficiente. Quizás mis notas estén bajando un poco. Pero me da igual, porque nada de eso es importante. Lo importante es aprovechar esta experiencia al máximo. Y si no la estoy aprovechando al máximo, no la estoy aprovechando. Y es que estoy viviendo como si no hubiese un mañana, porque dentro de seis meses no lo habrá.