MARÍA

20 de noviembre

Aunque pareciéramos muy valientes, por lo menos yo, cuando estaba a punto de llegar a esta nueva ciudad, familia, en fin, vida; estaba asustada. Pero la verdad es que en cuanto les conocí supe que todo estaría bien. Me siento muy afortunada por todo lo que está sucediendo a mi alrededor ahora mismo, pero estoy especialmente agradecida por la que ahora es como mi segunda familia. Desde el minuto uno me han intentado hacer parte de los Krampitz y la verdad es que la mayoría de los mejores momentos aquí han sido gracias a ellos. Me ha sorprendido mucho cómo me han abierto su casa, su confianza y su vida como si llevara aquí desde siempre.

También me considero muy afortunada por los amigos que he hecho, creo que no podía haberme tocado un instituto mejor. Pensé que me costaría mucho hacer amigos, pero la verdad es que desde mi primer almuerzo me senté con canadienses. Aunque, todo hay que decirlo, fue gracias a una amiga de la familia que tiene mi edad y va a mi mismo instituto y con la que tengo muchas cosas en común y muy buena relación. En general tengo buena relación con todo mi curso y con todos los internacionales de mi colegio, pero especialmente tengo muy buena amistad con un grupo de chicas en su mayoría canadienses. Somos un grupo de unas 20 y me lo pasó genial con ellas, obviamente siempre hay personas con las que eres más cercana y en mi caso he tenido la suerte de compartir esta aventura con mi amiga alemana, juntas cantamos, bailamos, lloramos, vamos al gimnasio, ¡comemos!, etc.

Estos meses han estado llenos de primeras veces y de nuevas oportunidades como ir a la cabaña del lago, hacer deportes acuáticos, hacer un fuego de campamento y calentar nubes al fuego, jugar al hockey sobre hierba, aprender algunas palabras en japonés, ir a un partido de fútbol americano, ir a Toronto a ver a los Blue Jays, subir a la CN tower, ir a recoger manzanas, celebrar Halloween, tallar calabazas, ver las cataratas del Niágara, tener clase de cocina, comer poutine, celebrar acción de gracias, caminar por Quebec, ir a una tienda de segunda mano, ser la representante de los internacionales en el consejo de estudiantes, ir a un baile, ser voluntaria en una guardería, etc.

Estos meses han sido como una montaña rusa, tal y como nos dijeron en las orientaciones. Aunque es verdad que es todo maravilloso aquí y cada día un nuevo descubrimiento, también hay días que echo de menos el abrazo de mi madre, hablar en español, estar con mi familia, estar con mis amigos y a veces siento que me estoy perdiendo muchas cosas de España... pero entonces pienso: ¡estoy viviendo mi sueño! Madre mía, ¡estoy en Canadá! Qué más puedo pedir, creo que estoy justo donde debería estar y con quien debería estar.

A todos los becados y la gente que nos lee desde España, carpe diem y mucho cariño desde este rinconcito de mundo.


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